Cuaderno de viaje | Cap. I República Dominicana
Mi verano ha empezado mucho antes de lo previsto y con un viaje fuera de lo que jamás habría imaginado para este 2025
Si algo caracteriza mi vida son las sorpresas. Yo me dejo sorprender porque tras años y años tratando de ser la persona más calculadora y controladora del mundo, ya me he rendido. “Si no puedes con el enemigo, únete a él”, y a mí no me ha quedado otra opción.
El verano pasado me sorprendió para mal. Hace justo hoy un año que operaron a mi novio de algo que pensamos iba a ser “sencillo” y, finalmente, no lo fue. El mal funcionamiento del marcapasos, sumado a una serie de catastróficas desdichas y otros motivos que jamás entenderemos al 100 %, le provocaron dos paradas cardiorrespiratorias, tres semanas en coma en la UCI y un trasplante de corazón.
Él fue el que pasó cuatro meses encerrado en el hospital y yo no le solté la mano, así que se podría decir que también. Por tanto, no tuve viajes ni vacaciones en 2024; solamente una baja, mucho teletrabajo y un resort llamado Hospital La Paz.
Este año, afortunadamente, el verano ha comenzado de manera muy diferente y, como si de un cuaderno de viajes se tratara, voy a compartir algunas cosillas del mismo por aquí.
9 horas para cruzar por primera vez “el charco”
El 27 de mayo me subí a un avión rumbo a Punta Cana. Yo que nunca había salido de Europa (mentira, viajé en una ocasión a Marruecos) me monté en un avión junto a otros periodistas e influencers para viajar a República Dominicana y pasar allí siete días.
El vuelo de ida no fue terrible, al menos no tanto como esperaba, a pesar de que dejaba en España a mi familia pasando por un momento muy duro. Justo un día antes de coger ese avión mi padre me llamó para informarme de que, de repente, habían tenido que sedar a mi abuelo y que moriría en los próximos días. Otra vez más, la vida con sus sorpresas, en este caso para mal.
Pude despedirme de él. No soy de Madrid, así que fui a mi pueblo, estuve allí unas cinco horas y de vuelta a la capital para no perder ese vuelo en el que, por supuesto, tuve mucho tiempo para pensar.
Nueve horas encerrada comiendo comida nada apetitosa, sin poder dormir para tratar de evitar el jet lag, con buena compañía (eso sí) y minijuegos que amenizaron el trayecto.
Al aterrizar, no lo podía creer, estaba tan lejos… Había tantísima humedad… Todo era tan distinto… ¿Vida real o película? Una pregunta recurrente en mi vida, por supuesto. Pero, como siempre, vida real.
RD es un paraíso
Ya me había avisado una amiga, que ha estado en la isla en varias ocasiones(incluso ha vivido allí): República Dominicana es un auténtico paraíso. Y no le faltaba razón. poco más tengo que añadir a la ristra de fotos que os dejo por aquí.









Ojalá poder visitar el Caribe cada verano. Aunque con estar viva y poder escaparme al Mediterráneo me conformo.
Lo más curioso de todo esto es que el viaje era por trabajo, así que no lo compartí con amigos, familiares, gente de confianza… Sino con personas completamente desconocidas para mí, también resultaron ser desconocidas las que había visto en más de una ocasión en redes sociales o en programas de televisión. No os podéis imaginar lo mucho que cambia un influencer cuando convives con él, y ahí lo dejo. De verdad, vuestras vidas no tienen nada que envidiar a las suyas.
El duelo entre palmeras y agua cristalina
Mi abuelo falleció en mi segundo día en RD y fue muy raro. No se lo quise contar a nadie, recibir mensajes de apoyo y ánimos cuando estás tomando el sol en una playa paradisíaca es raro. Es más, es hasta complicado estar triste en esas circunstancias cuando jamás has vivido un viaje así.
Sentirse mal por estar bien también es complicado, ¿pero cómo vas a llorar si te encuentras bailando en la cubierta de un velero con un cóctel en la mano y vistas al agua más impresionante que has tenido delante jamás?
Sé que mi abuelo se habría enfadado muchísimo si no me hubiera ido a este viaje y, aunque me encantaría haberlo podido comentar con él a mi vuelta; a veces la vida no es tan guay como nos gustaría.
Vuelta a casa
El vuelo de vuelta fue incluso mejor. Conseguí dormir prácticamente todo el trayecto y solo me desperté para comer algo horrible que me dio más sueño.
Creo que todavía no me creo que este año mis viajes veraniegos hayan empezado de esta manera. Hace ya cinco años que trabajo, lo que supone que hace ya cinco años que tengo menos días de vacaciones de los que me gustaría; pero este 2025 me he propuesto disfrutarlos al máximo.
Próximo destino: Cantabria con dos de mis mejores amigas. #Seguimos.
Desde luego que llevas uno añitos que tela, de vivencias y emociones super fuertes. De momento el balance es positivo, esperemos que aún así vaya a mejor 😘