Maldito FOMO, en 2026 no podrás conmigo
Voy a ser una de las 600.000 personas que va a ver a Bad Bunny en España, y menos mal
Martes, 14:40 horas, mi amiga Sara me escribe: “¿Vas a querer ir a ver a Bad Bunny? ¿Pillamos entradas?”. Ana, otra amiga, la misma pregunta. Fue el artista que más horas escuché el año pasado, según mi Spotify Wrapped, por supuesto que iba a intentar comprar entradas para verlo en la ciudad en la que vivo. Lo que no pensaba es que me fuese a suponer tantísimo esfuerzo conseguirlo, porque, afortunadamente, lo conseguí, para el último día, en el último intento y, técnicamente, no fue gracias a mí.
El jueves sale la preventa de las primeras entradas. En ese momento, solamente había confirmado dos conciertos en Madrid y éramos un grupo de 4 chicas con cuentas en Ticketmaster dispuestas a conseguir ver al artista puertorriqueño. Para ello, rechazamos comer con compañeros de trabajo, estuvimos horas pegadas a la pantalla del móvil o el ordenador, les creamos cuentas también a nuestros novios y hermanos. Lo que entonces parecía mucho esfuerzo había dado un resultado nefasto: 0 éxito.
Ver en concierto al conejo malo cada vez parecía más complicado, no por no haberlo conseguido en esos primeros intentos; sino porque nos habíamos quedado tan atrás en las colas virtuales que sabíamos que había más de 200.000 personas tratando de conseguir lo mismo que nosotras. ¡Qué desastre! ¿Lo peor entonces? Ver en las historias de Instagram de gente conocida que ellos sí que habían conseguido, a la primera, esa tremenda hazaña. Empieza a asomar el FOMO.
Este FOMO fue creciendo cuando personas cercanas a nosotras, compañeros de trabajo, amigos de amigos… nos decían que ellos ya tenían compradas sus entradas. “¿Cómo lo habían conseguido tan fácilmente?”. Claramente, ni ese día ni el siguiente estuvo la suerte de nuestra parte.
Se nos empezó a ir la cabeza, no lo voy a negar. Pensamos incluso en comprarnos entradas VIPs o en el extranjero. Y lo intentamos, también sin éxito.
Viernes, un nuevo día
Fueron pasando las horas y con ellas empezaban a aparecer cada vez más personas que habían conseguido entradas en la preventa para alguno de los conciertos. Era frustrante, a pesar de ello, estábamos seguras de que alguna entrada pillaríamos. Pues nos equivocábamos.
Con un ejército de personas a nuestra disposición y ni con esas conseguimos llegar al final de la cola virtual con entradas todavía disponibles. Menos mal que Bad Bunny fue sacando nuevas fechas como si de churros se tratase y, menos mal también, que una compañera o compañero de trabajo de mi amiga Sara (desconozco por completo quién es esta persona y hasta su género) consiguió comprar entradas para nosotras.
Es más, lo consiguió no solo con un dispositivo, sino con dos; así que terminó comprando para media empresa. Vaya crack, gracias por tanto y perdón por tan poco.
Ansiedad por no poder comprar unas entradas, FOMO por no poder ver a mi artista preferido (al final vencido)… y otros problemas del primerísimo mundo que son los únicos que quiero tener.
Así que sí, si has pensado que ‘vaya ridículo tu compañero de trabajo, tu amigo o tu vecino por sufrir tanto al no poder conseguir entradas para Bad Bunny’ yo también estuve ahí, sufrí, me puse de los nervios y lo pasé genuinamente mal. ¿Es ridículo? Puede ser, pero ojalá siempre el sufrimiento tuviese un origen similar a este.
Bad Bunny, nos vemos el 15 de junio de 2026. Espero el 16 no despertarme pensado que “debí tirar más fotos” y vídeos del concierto.
Ahora a la reventa 😂😂