Tenía unos cinco años cuando un niño no quiso jugar conmigo “por ser ecuatoriana”. No lo soy, mis padres tampoco, no hay una persona de mi familia que no sea española, hasta donde pueden alcanzar los conocimientos sobre mi árbol genealógico. Sin embargo, a mí me hizo el vacío un niño de cinco años en Santiago de la Ribera, Murcia, por ponerme muy morena en verano.
Han pasado 22 de años de aquella conversación entre dos ‘zagalicos’ y a día de hoy sigo acordándome, al menos, una vez al año, cuando se acerca el verano y llega el momento de ir a la playa.
Este niño de cinco años, evidentemente, lo de odiar a las personas latinoamericanas lo traería aprendido de casa. Ese odio al “diferente” (que no lo es tanto) se va cultivando poco a poco y explota en enfrentamientos como el que está teniendo lugar estos días en Torre Pacheco.
Inmigrantes de segunda generación jovencísimos enfrentados a radicales de ultraderecha y viceversa. Todo esto en una región en la que Vox está muy presente en las instituciones.
En teoría, hoy martes 15 de julio se espera que en Torre Pacheco se produzca ‘La gran manifestación’, a la que, por supuesto, no faltará Desokupa porque “solo el pueblo salva al pueblo” (lol).


Pasamos demasiado por alto esta falsa premisa cuando la Dana causó una catástrofe terrible en Valencia, la ultraderecha se agrupó para reconstruir ciudades y de esta unión se ha hecho la fuerza bruta con la que ahora en Murcia cargan contra personas inocentes. ¿De dónde viene este odio? ¿Y este sentimiento de impunidad?
Política de la violencia
Políticos de todo el espectro ideológico y medios de comunicación se han desplazado a Torre Pacheco y, no sé, me pone un poco los pelos de punta ver cómo personas se están metiendo palizas y, mientras tanto, otros aprovechan esa violencia para hacer política.
Supongo que en la época de la infoxicación todo esto es lo que toca, pero es raro, ¿no?
Qué miedo ahora mismo estar en Torre Pacheco, ser marroquí y tener un negocio. Los mensajes de calma y tranquilidad, AHORA, no son suficientes. No son suficientes después de que se les haya negado su identidad como pachequeros habiendo nacido y vivido toda su vida allí.
“Hay mujeres musulmanas con pañuelo que se están organizando para que sus padres o maridos las protejan en su camino al trabajo”, declara Paulino Ros, periodista y sociólogo de Torre Pacheco en ‘ARV’.
Esto se está yendo de las manos y Torre Pacheco es el primer municipio, pero la realidad que se vive allí es muy similar a la de muchos otros lugares muy próximos. Cuando se recorta en políticas sociales que ayudan a la integración…
Pasará, pero… ¿Cicatrizará?
Cuando el foco mediático se levante de Torre Pacheco (como sucedió con la Dana) habrá personas que seguirán viviendo en sus calles y, como ocurre con una pareja que lleva días gritándose sin parar, qué difícil será hacer como si nada hubiera pasado.
Recuperar esa convivencia sin planes estatales o regionales específicos me parece prácticamente imposible, por mucha voluntad que haya por las dos partes. Pero más imposible me parece pensar que la administración murciana vaya a hacer frente a este problema de manera correcta.
Lo que está ocurriendo en este caso en la localidad murciana es muy grave por varios motivos. El primero de ellos es, por supuesto, que son muchas las personas a las que está afectando tanto física como emocionalmente. Pero otro de ellos es la posible expansión de estas reyertas. Es crucial que se frene esta deriva, que no se convierta en ‘cool’ ser el salvador del pueblo, que los líderes de opinión de estos jóvenes (Daniel Esteve, lol) dejen de dulcificar las cacerías.
El pueblo no necesita a personas violentas que lo “salve” de un peligro que no es real. Lo que necesita son políticas públicas de integración que generen unas dinámicas y un clima en el que todos nos sintamos a gusto porque todos somos iguales. Que parece que, en pleno 2025, hace falta todavía recordar esta obviedad.